Hay un paisaje que nos invita a jugar con nuestra imaginación y creatividad. Es un paisaje de diminuta escala, donde las proporciones pierden su significado y donde los pequeños detalles cobran vida. Se trata del paisaje íntimo, un paisaje donde la mirada del fotógrafo es esencial y cuya visión será la que desvelará todos esos pequeños paisajes que forman parte de un paisaje mucho más amplio y fácil de “ver”.
Cuando hablamos de fotografía de paisaje, enseguida tendemos a pensar en esas vistas o paisajes tan espectaculares que hemos visto en la portada de alguna revista o en algún otro sitio. Sin embargo, el paisaje es algo más que todos esos paisajes con los que solemos encontrarnos diariamente. Hay un paisaje “invisible”, íntimo, que sólo es visible para una mirada adiestrada, una mirada capaz de distinguir todos esos detalles que se intuyen en ese escenario más abierto que suele colapsar nuestra atención y nuestros sentidos.
Son los paisajes abiertos los que mayor popularidad e interés suelen despertar en los espectadores. La fotografía de paisajes abiertos suele estar condicionado por el factor suerte, ya que tienen que darse una serie de condiciones especiales para que un simple paisaje se convierta en un paisaje singular. Uno de los factores condicionantes más importantes suele ser la calidad de la luz, que suele condicionar la imagen final dejando muy poco margen a la creatividad del fotógrafo.
Por el contrario, en el paisaje íntimo, la intuición y visión del fotógrafo cobran mayor importancia. Aquí es el fotógrafo el que diferencia esos pequeños paisajes y se encarga de ordenar los diferentes elementos de la escena y dar vida a ese pequeño paisaje. Por supuesto, las condiciones de luz pueden marcar diferencias en los resultados, pero en la mayoría de los casos el punto fuerte de estas imágenes es la composición.
Así pues, el resultado suelen ser abstracciones, pequeñas porciones de paisaje que suelen sugerirnos un paisaje más amplio pero que no nos lo muestran, composiciones con formas y líneas dibujadas por la propia naturaleza, siempre mostradas desde una perspectiva muy personal y a veces atrevida.
La búsqueda de nuestro paisaje íntimo es algo apasionante. Tan sólo necesitamos trabajar nuestra forma de mirar e interpretar el paisaje, intentando sentirlo, intentando absorber su esencia y, por supuesto, ser capaces de extraer esas pequeñas realidades que en él se esconden…
Buenas imágenes!
Cuando hablamos de fotografía de paisaje, enseguida tendemos a pensar en esas vistas o paisajes tan espectaculares que hemos visto en la portada de alguna revista o en algún otro sitio. Sin embargo, el paisaje es algo más que todos esos paisajes con los que solemos encontrarnos diariamente. Hay un paisaje “invisible”, íntimo, que sólo es visible para una mirada adiestrada, una mirada capaz de distinguir todos esos detalles que se intuyen en ese escenario más abierto que suele colapsar nuestra atención y nuestros sentidos.
Son los paisajes abiertos los que mayor popularidad e interés suelen despertar en los espectadores. La fotografía de paisajes abiertos suele estar condicionado por el factor suerte, ya que tienen que darse una serie de condiciones especiales para que un simple paisaje se convierta en un paisaje singular. Uno de los factores condicionantes más importantes suele ser la calidad de la luz, que suele condicionar la imagen final dejando muy poco margen a la creatividad del fotógrafo.
Por el contrario, en el paisaje íntimo, la intuición y visión del fotógrafo cobran mayor importancia. Aquí es el fotógrafo el que diferencia esos pequeños paisajes y se encarga de ordenar los diferentes elementos de la escena y dar vida a ese pequeño paisaje. Por supuesto, las condiciones de luz pueden marcar diferencias en los resultados, pero en la mayoría de los casos el punto fuerte de estas imágenes es la composición.
Así pues, el resultado suelen ser abstracciones, pequeñas porciones de paisaje que suelen sugerirnos un paisaje más amplio pero que no nos lo muestran, composiciones con formas y líneas dibujadas por la propia naturaleza, siempre mostradas desde una perspectiva muy personal y a veces atrevida.
La búsqueda de nuestro paisaje íntimo es algo apasionante. Tan sólo necesitamos trabajar nuestra forma de mirar e interpretar el paisaje, intentando sentirlo, intentando absorber su esencia y, por supuesto, ser capaces de extraer esas pequeñas realidades que en él se esconden…
Buenas imágenes!
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