Hace unos meses estuve "trabajando" estos escullos, levantándome prácticamente de noche un buen puñado de veces para buscar esas luces que tantas veces había imaginado.
En uno de esos amaneceres, me encontré con unos nubarrones que amenazaban tormenta y, por tanto, mi salida fotográfica. Aún así, caminé en medio de la oscuridad bajo la luz de mi frontal hasta llegar al lugar que tenía pensado. Instantes después las primeras gotas de lluvia hacían acto de presencia. En cuestión de minutos, mis posibilidades se esfumaban... Mi decepción era tal, que casi estuve a punto de desistir. Pero algo dentro de mí me decía que quizás era mejor esperar.
Así que, puse la funda protectora a la mochila y me refugié debajo de un árbol. Unos minutos después, y casi por sorpresa, apareció el astro rey en medio de la tormenta, casi sin fuerza. Os aseguro que fue un espectáculo impresionante, bellísimo. Sabía que atrapar aquel instante era cosa de segundos, así que, sin perder ni un momento, saqué a toda prisa el equipo y me acerqué al punto donde minutos antes tenía pensado colocarme. Tan sólo dos "clicks" y volvió a desaparecer entre las nubes...
Hoy recordaba esos instantes mientras me venía a la cabeza la conversación que tenía ayer con mi amigo Asier, en la que comentábamos la fugacidad de esos instantes y ese estrés por no fallar y conseguir captarlos con nuestras cámaras. Son instantes en los que casi no tienes tiempo ni de respirar y que apenas llegas a disfrutar.
Y, como véis en la imagen, siempre amanece, incluso en medio de la tormenta... Siempre hay un motivo para levantarte y seguir luchando...
Buenas luces!
Nota: Es curioso el efecto visual que produce el reflejo del sol, pues la imagen está completamente nivelada y da la sensación de que el horizonte está caído...