Recuerdo que una de las cosas que más me fascinó de Irati fue cómo se filtraba la luz entre los hayedos e iba dibujando las formas de las rocas y de la vegetación sobre ese fondo tan colorido. A medida que el sol iba descendiendo, iba cambiando la trayectoria de su luz y, por tanto, iba dibujando nuevos "caminos" de luz. Me pasé un buen rato persiguiendo esa luz tan mágica y recorriendo cada nuevo camino que encontraba.
Quizás parezca un atrevimiento mostrar el otoño en monócromo, pero creo que hay instantes que transmiten mejor su esencia cuando nos olvidamos del color y aprendemos a descubrir la verdadera importancia de la luz...
Saludos!