Con esta imagen, hoy os quería hablar de algo que, como padre, estoy viviendo cada día y que no es más que el reflejo de una sociedad gobernada por gente sin escrúpulos que nos han impuesto un sistema educativo diseñado para crear alumnos competitivos que se sientan culpables si no alcanzan esa excelencia que se les ha ido imponiendo desde bien pequeños.
En los últimos años se ha ido incrementando de tal manera el tiempo que los niños tienen que dedicar a las tareas escolares, que nuestros hijos e hijas casi no tienen tiempo, no sólo de jugar, sino tampoco de descansar pues, nada más llegar de clase, ya tienen que sentarse a hacer los deberes.
Soy consciente de que la responsabilidad no es sólo de los docentes, que se ven obligados a poner tareas para que los niños las hagan en casa presionados por un programa demasiado extenso que tienen que cumplir, sí o sí, antes de que finalice el curso escolar. Pero estoy convencido de que existe un termino medio y se puede hacer bastante para mejorar la calidad de vida de los niños y niñas, evitando que no tengan tanta carga de trabajo y esa continua presión que acaba llevándolos a la frustación y al fracaso escolar.
El día que hice esta imagen, me vinieron a la cabeza cantidad de recuerdos de cuando los niños siempre teníamos tiempo de jugar al aire libre después de los deberes. Ayer mi hija de 11 años pasó cinco horas, a mi lado, haciendo gran cantidad de ejercicios de cuatro o cinco asignaturas, con tan sólo una pequeña pausa para merendar de media hora. ¿De verdad es necesario? Evidentemente, algo no va bien.
Lo siento, pero hoy me siento tan indignado por la educación que estamos dando a nuestros hijos e hijas que tenía que explotar... ¿Cuándo jugarán?
Saludos...